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martes, 7 de septiembre de 2010



De restaurantes
El Colmado de Urbieta

Juan de Urbieta, 4
Madrid



Caja de sorpresas con sabor dominicano

Lo primero que sorprende de El Colmado de Urbieta es su establecimiento. Se trata de un bar de barrio de toda la vida con un comedor interior y una puesta en escena humilde pero impecablemente dispuesta que hace honor al nombre del local, un término con el que se designa a las bodegas de pueblos o distritos populares en el Caribe. A pesar de ser un restaurante que intenta abrirse paso por sus especialidades dominicanas, el toro se erige como elemento decorativo más visible a través de los cuadros que decoran la pared. Tras preguntar, nos cuentan que también es la sede de una peña taurina que celebra allí reuniones y comidas frecuentes… ¡rarezas de vivir en una ciudad cosmopolita!

Lo interesante es que, tras sentarse en la mesa, el protocolo, el esmero en la atención y parte de la oferta de la carta descubren que es uno de los pocos restaurantes caribeños que se han atrevido a proponer un concepto que se escapa bastante de la concepción de comedor popular, muy usual en barrios de inmigrantes, para presentarse como un restaurante con pretensiones para demandas gourmet. Sin entregarse del todo a ninguna de las dos propuestas, este original establecimiento consigue con precios muy contenidos, que pueden rondar los 20 a 30 euros por comensal, distinguirse como una novedad a tomar en cuenta.

La oferta que combina platos españoles y dominicanos, encuentra en esta segunda propuesta los tesoros de la carta. Platos típicos de la isla caribeña, arropados por una presentación y un servicio muy distinguidos que, aunque aparentemente resulta ajeno al estilo del local, revela la relación de uno de los propietarios con el célebre restaurante madrileño Viridiana.

La gastronomía caribeña es el resultado de una fusión de costumbres africanas, taínas y de las potencias colonizadoras que ha dado lugar a platos llenos de matices y condimentos propios de la cocina criolla (de origen europeo pero desarrollada en América con influjos africanos). Sencillos, sustanciosos y no demasiado prolíficos, los platos dominicanos importan muchos conceptos medievales, sobre todo por la copiosidad con que se sirven y que se refuerza por la profusión de especias, ácidos como el limón y el azúcar en sus guisos.

El colmado de Urbieta consigue algo a priori difícil: la búsqueda de la innovación y el carácter refinado de alguno de sus platos están determinados por una sensibilidad que permite a los comensales disfrutar de una verdadera comida dominicana, aunque también hay que decir que en la carta faltan algunas de las especialidades tradicionales como por ejemplo la bandera (arroz blanco, carne y habichuelas rojas), por señalar alguno.

Para comenzar y como cortesía de la casa nos sirven una extraordinaria crema fría de mango, gambas y cilantro. Entre los entrantes, sabrosísimos, destaca el picapollo, trozos de pollo frito prodigiosamente crujientes, adobados con limón y orégano dominicano, y acompañado con yuca frita, longaniza, chicharrones y tostones. Estos últimos, compañeros ineludibles de gran parte de la cocina caribeña, son trozos de plátano macho verde majados y fritos con un toque de sal. También merecen la pena el cebiche de camarones, menos picón que el peruano pero con una vinagreta de gran dignidad en la que el jugo de limón, la salsa de soja, el aguacate y el tomate dejan en segundo plano el sabor del crustáceo. El tamal envuelto y cocinado en hoja de plátano relleno de gallo ripiado -cortado en tiras- aceitunas y pasas corintias es impecable y las arañitas, una especie de minibuñuelos de yuca con toque de anís se antojan adictivas.

Entre los considerados platos fuertes, si es que en la cocina dominicana hay alguno suave… está muy conseguido el punto del mofongo de tiritas de res salteadas con verduras crujientes, aunque he echado de menos una carne más tierna y una temperatura más alta a la hora de servir el plato. Esta especialidad, que los dominicanos comparten con los puertorriqueños, consiste en plátano verde frito, chicharrón y ajo machacados en un pilón o mortero hasta que queda una especie de puré crujiente que se sirve en forma de tubo o iglú y sobre el cual reposa la carne que se cuela hacia su interior. Menos sabroso el mofongo de cangrejo y ampliamente superado por la gallina de guinea guisada al coco y acompañada de arroz basmati.

La carta ofrece otras especialidades como el churrasco en adobo a la parrilla con longaniza criolla, ajíes y víveres, que no son otra cosa que vegetales farináceos como el ñame, la batata, la yautía, etc.; el cocido de pata de vaca con garbanzos y un toque picante, el famoso sancocho -lamentablemente sólo los domingos y por encargo-, una especie de cocido caldoso con carne de res, yuca, plátano, ñame, yautía y culantro, considerado por muchos la comida nacional del país y que comparte protagonismo en la cocina venezolana; las habichuelas rojas guisadas con auyama y orégano dominicano, entre otras especialidades.

Los postres son persuasivos, pese a que después de disfrutar de unos primeros y segundos abundantes en tamaño y sabor resulte una tarea difícil seguir con la degustación: arroz cremoso con leche evaporada, leche de coco y vainilla, crêpes de dulce de leche cortada con naranja y un helado de chocolate amargo que podría consagrarse como el mejor que he probado.

Si después de comer no te puedes levantar no te preocupes, la casa invita una copa de Mamajuana una bebida típica de República Dominicana recomendada para la digestión, el cansancio, las gripes y un largo etcétera que encuentra su popularidad en sus poderes afrodisíacos. Se trata de un licor de raíces (palos como se les conoce en la región) entre las que figuran canela, maguei, canelilla, timacle, marabeli, guayacán, clavo dulce, anís, pasas, pega palo , etc. que se mezcla con vino tinto, ron y un poquito de miel y se deja reposar unos ocho días, a continuación se vacía el líquido y se llena nuevamente con ron. No puede haber mejor forma de cerrar una comida dominicana.

4 comentarios:

  1. La Mamajuana es obligatoria si comes asi. Que rica es la comida dominicana.

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  2. Una apuesta arriesgada pero necesaria en Madrid.

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  3. ME AGRADA SABER Q EXISTE UN RESTAURANTE COMO ESTE PARA Q AL FIN SE DEN CUENTA Q EN REP DOM EXISTE LA BUENA COMIDA OJALA Y TENGAN GRAN ACOGIDA EN UN MUNDO DE VERDADERA GASTRONOMIA

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  4. Muy interesante que se escriba sobre estos sitios que no están dentro del circuito de "amigos" de la crítica gastronómica. Muy bueno el blog.

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