De restaurantes:
Baobab
Cabestreros, 1 (Madrid)
Guisos senegaleses que conquistan
el paladar y el bolsillo
No es la primera vez que degusto la comida senegalesa. En un post anterior tuve la oportunidad de contar mi experiencia en Touba Lampfall , otro local del barrio de Lavapiés que se ha convertido en la meca de la migración moderna. Siempre que paseo por sus calles experimento un placer sinestésico y me dejo llevar por los colores, olores y sabores de esa especie de Torre de Babel estimulante que brinda una exposición de miradas, atuendos y filosofías.
La zona es un escaparate de trenzas africanas; trajes como batiks; Waxs; baubous, con impactantes estampados, y de transeúntes paquistaníes, indios, bagladesíes, marroquíes, argelinos, libios y latinoamericanos, entre muchas otras nacionalidades, que han hecho de la antigua judería un centro de fusión irresistible también para los glotones.
Baobab (nombre de un árbol muy grande protagonista de mitos y leyendas, arraigadas en la memoria africana) es un pequeño restaurante que hasta hace no mucho tiempo estaba frecuentado casi en exclusiva por africanos. Situado entre el cruce de Cabestreros y Mesón de Paredes, tiene un sencillísimo comedor interior y dispone de una terraza muy agradable y abierta incluso en invierno. Sencillo hasta la máxima consecuencia, ofrece menos de 12 platos, todos abundantes, sustanciosos y con un toque ligeramente especiado que estimula las papilas gustativas y cuyos adjetivos más acertados son sabrosos y nutritivos.
Una de las especialidades más demandas es el Thiebou, arroz senegalés de grano muy pequeño y consistencia muy diferente a los sabores conocidos, que tiene varias versiones Thiebou Dienne (con pescado y verduras, entre las que destacan el pimiento, zanahoria, col y yuca), Thiebou Yapp (con carne y verduras) o simplemente Thiebou vegetal. El resultado es una ración enorme de arroz amarillo coronada por un guiso en el que predominan la cebolla, el ajo, el tomate, la mostaza y la salsa de limón con un ligero sabor agridulce impactante.
Otros de los platos del Baobao son el Yassa au poulet, arroz blanco con pollo marinado en salsa de cebolla; el mafe, arroz blanco con carne en salsa de cacahuete; el Chou, carne en salsa de tomate marinada con arroz blanco, y uno de mis preferidos el Thiere , compuesto por cuscús negro acompañado de un estofado de carne y verduras que no deja indiferente a nadie que lo pruebe. Para los amantes de las sopas, la Kandia es una elección imprescindible y exótica que combina salsa de pescado, aceite de palma y fruto de ocra y que se sirve con arroz blanco.
Para los menos arriesgados, el local también ofrece brochetas de pollo; Dibi -chuletas de cordero con ensalada y patatas fritas- y Firir -pescado con ensalada- pero no creo que sea la opción más interesante si se visita un sitio como éste. Sin duda, los guisos y los estofados son los platos que hay que saborear si se quiere probar la extraordinaria sazón senegalesa. Éstos tienen un toque único gracias a ingredientes como el ocra -cuyo fruto es útil para espesar y se combina bien con tomate, cebolla, pimiento, ñame, así como con curry, coriandro, orégano, limón, vinagre, cardamomo, nuez moscada y otras especies que son ingredientes muy usuales en la cocina de esta parte del mundo.
Los senegaleses casi siempre utilizan en sus guisos el aceite de cacahuete y el de palma, frecuentemente las bayas de nététou, el cani -un pimiento aromático que se deja sólo un rato en la olla- y el tamarindo, que añade un sabor algo ácido y que le da un toque magistral a sus comidas.
Los platos del Baobab rondan los 7 euros, sin duda un precio muy atractivo para una experiencia gastronómica resonante que recomiendo a todos a los que les gusta descubrir nuevas gastronomías y sobre todo culminar las tentativas poco usuales con una sonrisa de satisfacción.